jueves, 2 de enero de 2014

Cícero, elefantes blancos por doquier.


Ultimamente me di cuenta que puedo juzgar una pieza, un momento, una película o un disco por un hecho que tal vez para la mayoría no tenga importancia alguna: si me da ganas de dibujar o no. No hace muchos minutos que encontré este disco, por las incomparables redes de coincidencias que teje internet. Y las ganas de dibujar surgieron, intactas, como si siempre hubieran estado allí, esperando agazapadas. Voy a subir un poco el volumen mientras me alejo del teclado, al encuentro de los colores.

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